martes, 16 de octubre de 2007

PRETÉRITO SANTIAGO

A Fernando Bustamante Rábago
respetuosamente


Es el fuego lento
de mi devoción prístina
que lanza su pavesa
de pretérito tiempo,
quien hoy te canta,
pueblo mío.

Traigo
Santiago de ensueño
el silencioso grito
de tu plazuela ausente
el atomizado amor
del parquecillo
que entre palmeras
se volcó silente
el herrumbroso sonar
de la herradura
sobre el empedrado
de la vetusta calle
cual acompasado ritmo
de sangrante recuerdo
de tu caballero andante.

Hoy que el tiempo
se detiene
en la cantarina voz
de la vieja gente,
atrapada en el tránsito
de moderna vía
do se escucha
quejumbrosa muerte,
vives tú sufriendo
tierra mía.

Con ellos mueres
Santiago delirante
de El Palenque
que te dio vida
y forjó la paradoja
del hábil jugador
que te construye
y cautiva.

¡Oh, Santiago del ritual eterno!
¡Queja de selva en extinción!
¡Risueño!
¡Ya no oigo
el rechinar del aspa
-canción de cuna-
de tu molino viejo!
¡Ni el dulce himno
-suave responso-
del son de aserradero!
¡Ni tu Casa de Piedra
tiene el chaneque
que solía domeñar
rebeldías inocentes!

¡Hoy traigo,
pretérito Santiago,
el herrumbroso ritmo
de mi canto,
cual ave blanca pendiente
de la dorada paz
de tu crepúsculo...
acuarela de luz sonriente!

¡Santiago que mis ojos vieron!
¡Salmo que entonaron
mis ancestros!
¡Carcajada de viejos
que deambulan!
¡Canto nostálgico
de mi recuerdo!
Hoy vuelvo a sentirte
como ayer:
mansedumbre de tiempo…
quietud de agua…
crisol eterno…
¡Santiago!
¡Santiago de ensueño!

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