miércoles, 10 de octubre de 2007

AMOR FUGAZ

Porque mi vida
oscila
en construir
en penumbra
en soledad
en distancia.

Porque veo
en el paisaje
de El Vigía
las formas perfectas
-líneas cósmicas-
de tu cuerpo.

Nuestras vidas
se detienen
en la esfera
de un deporte
y caen como cascada,
tormenta de emociones,
en el anillo metálico
de la aurora.

Tu voz y tu cuerpo
llegan al través
de un hilo
indiferente
gélido
a nuestra súplica:
oidor sereno,
insensible,
divulgador de
la palabra
que como Dios
se crea.

Palabra alada
que empuja, castiga,
hiere, profana,
leva al infinito.
Nos hace uno
en comunión
afinidad de pasión
necesidad de dos.

Fugacidad insultante
en el nervio
de un tiempo
que no es nuestro.
Y luego…la ausencia,
el dolor y el llanto.

Es un asirse
-desesperado-
de una cuerda tirante
en un entorno
que es ajeno.

Estas montañas
y ríos y selvas
nos asfixian.
Estas calles
condenan y…
ojos murmuradores
revelan.
No queda, entonces,
sino llevarse
al infinito
este infinito amor
que nos condena.

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