Has escrito, trémula,
mi nombre sobre una hoja.
Has bajado de tu pedestal
de diosa griega
para suplicar que no torne
por la senda del amor florido:
sueño de peces,
cardumen confuso
senda del ir y venir
camino del olvido.
Súplica profana: no vuelvas.
Pero…el amor se ha subido.
mi nombre sobre una hoja.
Has bajado de tu pedestal
de diosa griega
para suplicar que no torne
por la senda del amor florido:
sueño de peces,
cardumen confuso
senda del ir y venir
camino del olvido.
Súplica profana: no vuelvas.
Pero…el amor se ha subido.
Se sujeta con dedos fuertes,
raíces profundas.
Se amarra con sus amarras
de pasión y gracia.
Soporta el vendaval
de insultos,
desprecios,
tu aire helénico.
El amor derrama
su lluvia bienhechora.
Extiende sus hojas verdes,
Se amarra con sus amarras
de pasión y gracia.
Soporta el vendaval
de insultos,
desprecios,
tu aire helénico.
El amor derrama
su lluvia bienhechora.
Extiende sus hojas verdes,
suaves, tersas.
Se prodiga en sueño de caricias,
cascada de palabras tiernas.
El amor no sabe de sujeciones:
se da en la palabra, el desierto,
el mar, la cocina, el comedor.
Se da pródigo a cada instante.
Él no sabe de negativas:
arremete, se hincha, se inflama,
se sostiene.
A pesar de todo,
una, dos manos,
veinte dedos,
el cuerpo, nuestro cuerpo,
a pesar de todo…
el amor se tiende
a morir despacio
si eso quieres.
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