martes, 16 de octubre de 2007

ODA A LA MUERTE

Profanas la vida
y los cadáveres.
Trepanas los huesos,
el músculo
y los tejidos
y nos haces morir
lentamente en el tiempo.

Tumbados en la arena
horadamos el infinito
y en el silencio astral
te encontramos:
muerte oscura
iluminando la encrucijada
de la vida.
Sobre la noche vienes.
Con las sombras llegas.

¡Imperio sobre la ciudad!
¡Llanto atribulado!
¡Latifundio de tumbas!
¡Voz de soprano!
¡Cuenca vacía!
¡Aliento desdentado!
¡Mueca de cadáver!
¡Fría!

Te damos la mano
y nos rompes
las uñas,
los dedos...
las vísceras.
Te arrullamos
con el viento,
te mecemos
en los puentes
y te pasamos
a la otra orilla.

Y seguimos siendo
los cadáveres
de la vida,
los hombres
del pueblo,
los desesperados,
los desamparados,
los parias,
los hambrientos
sin llanto y sin villa.

Y seguimos amándote
-muerte-
después de la vida,
no por costumbre sino
por una vieja rencilla.


Nos profanas la vida
y nuestro cuerpo.
Nos trepanas los huesos,
el músculo
y los tejidos.
¡Y nos tendemos a morir...
sin prisa!

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