De la sierra.
De lo intrincado
de la sierra
baja este mar
de amor deshabitado.
De las estrellas.
De la inmensa
población de estrellas
desciende este océano
como amor de arenas.
De mí.
De la vastedad
de mí,
me llega
con la aurora
un anhelante
suspiro de ti.
Cada día
transporta el alba
aromas de alhelí
De lo intrincado
de la sierra
baja este mar
de amor deshabitado.
De las estrellas.
De la inmensa
población de estrellas
desciende este océano
como amor de arenas.
De mí.
De la vastedad
de mí,
me llega
con la aurora
un anhelante
suspiro de ti.
Cada día
transporta el alba
aromas de alhelí
y un pensamiento
cultivado anoche
cultivado anoche
en labios de rubí.
Un “te quiero”
lanzado al viento.
Un “¿me quieres?”
pregunta de goleta
al mar.
Y un despliegue
de velas
abriendo labios
de espuma y de sal.
Un andar de tiempos
distantes y ajenos.
Un encontrarse
de pronto,
un caer de ojos
un levantar de hombros
y un verse de nuevo.
Y después…
seguir muriendo
en espera
llama que abraza
eternidad de fuego:
buscarte cada mañana
lanzado al viento.
Un “¿me quieres?”
pregunta de goleta
al mar.
Y un despliegue
de velas
abriendo labios
de espuma y de sal.
Un andar de tiempos
distantes y ajenos.
Un encontrarse
de pronto,
un caer de ojos
un levantar de hombros
y un verse de nuevo.
Y después…
seguir muriendo
en espera
llama que abraza
eternidad de fuego:
buscarte cada mañana
y sentirte tan lejos.
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