Uno también
muere de amor.
El amor
muere de amor.
El amor
es un tierno fuego
que abrasa
primero emociones
después la razón.
Uno también
se deja morir
de amor
cada noche
sabiendo que
en tu recinto
una sombra
te toma cuando quiere
y un perdido
amor en el desierto
sueña contigo
a hurtadillas,
despierto.
Uno es el que anda
en las calles de tu sierra
que abrasa
primero emociones
después la razón.
Uno también
se deja morir
de amor
cada noche
sabiendo que
en tu recinto
una sombra
te toma cuando quiere
y un perdido
amor en el desierto
sueña contigo
a hurtadillas,
despierto.
Uno es el que anda
en las calles de tu sierra
lleno de ti
y cree reconocerte
en cada fémina
y desea sentirte
cerca y junto
como noche y estrella
cauce y río
litoral y arena.
Uno es el que tiende
-pescador desesperado-
su red vieja
y espera obtener
un tu pañuelo de seda
un tu arete de perlas
un tu dije de quimera
un algo un todo
que te pertenezca.
Uno es el que
en el umbral
distante al tuyo
te llama
y otro es el que arriba
sereno a tu puerta.
Uno es el que ávido
y cree reconocerte
en cada fémina
y desea sentirte
cerca y junto
como noche y estrella
cauce y río
litoral y arena.
Uno es el que tiende
-pescador desesperado-
su red vieja
y espera obtener
un tu pañuelo de seda
un tu arete de perlas
un tu dije de quimera
un algo un todo
que te pertenezca.
Uno es el que
en el umbral
distante al tuyo
te llama
y otro es el que arriba
sereno a tu puerta.
Uno es el que ávido
se tiende a pensar
esperando que mareas
fortuitas te traigan
por la cuerda fugaz
de una estela,
fortuitas te traigan
por la cuerda fugaz
de una estela,
y te quedes, aerolito,
en el fondo mar
de mi existencia.
Uno es el que
muere de amor…
en el fondo mar
de mi existencia.
Uno es el que
muere de amor…
Sin tu presencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario